miércoles, 1 de junio de 2011

¿SE FRUSTRÓ LA VISITA DE CRISTINA FERNÁNDEZ AL PAPA BENEDICTO XVI?

a cristina loca

Según se había programado para el viaje de la presidente Cristina Fernández a Italia, iba a tener una “apretada agenda” recorriendo varias ciudades de dicho país. Pero en la travesía buscaba entrevistarse con el Sumo Pontífice, Benedicto XVI, y estar con el primer ministro Silvio Berlusconi.

Berlusconi es conocido por sus numerosos problemas con personas del sexo débil. Recientemente se difundió que había entregado elevadísimas sumas de dinero a una joven, mientras que el primer ministro italiano afirmaba que no era para mantener relaciones con ella, sino para ayudarla a salir de la prostitución. Esta etapa de su viaje pudo cumplirla Cristina Fernández, obteniendo una foto con el mandatario.

Sin embargo, al parecer no se producirá la visita al Papa Benedicto XVI. Quien habría estado encargado de la misma era el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, sin embargo, fracasó en su intento.

La foto que esperaba sacarse Cristina Fernández para incrementar su popularidad e imagen positiva junto al Papa, no podrá ser.

Es de destacar que según fuentes de Diario Pregón de La Plata resulta extraño que un “opositor” como Bergoglio hoy esté “intermediando” para ese encuentro. El cuadro de situación es el siguiente: hay una especie de rivalidad entre Bergoglio y Benedicto XVI, ya que este último impulsó durante el reinado de Juan Pablo II el cambio de autoridad en la orden de los Jesuitas que finalmente fue logrado; además, Bergoglio tendría causas abiertas por sus visitas a la ESMA y otras causas por “lesa humanidad” que lo comprometerían para ayudar al Gobierno en sus propósitos.

Cristina Fernández quería la foto para manipularla mediáticamente, para usarla en las elecciones, para levantar su imagen… esta vez, aparentemente, no podrá ser. Tal vez después de octubre…

¡LIBERTAD DE ELECCIÓN, YA!

guita

Colaboración de Justo J. Watson

justojwatson@gmail.com

Junio 2011

De la mano de Internet, hoy nos resulta fácil dar un rápido giro virtual al globo. Está al alcance de todos observar (y aprender) que en naciones con Estados intervencionistas, como nuestra Argentina, la libertad de elección de la sociedad se encuentra restringida. Que en repúblicas aún más totalitarias (y pobres), como la socialista Tanzania, esta libertad es casi nula. Y que en países de mercado relativamente libre, como la capitalista Singapur, las personas gozan de una mayor libertad de elección.

¿Por qué decimos esto y qué significa libertad de elección?

Lo recordamos suponiendo que el objetivo de máxima de todo Estado y -dos pasos evolutivos más allá- de cualquier sistema de ordenamiento comunitario, es la felicidad de la gente. Felicidad que puede definirse, socialmente y de acuerdo a su interpretación más avanzada, como libertad de elección.

En efecto: una persona es más feliz cuanta mayor sea su posibilidad de elegir. De optar libremente entre distintos bienes, como dónde y con qué nivel de excelencia educará a sus hijos, a quién ayudará económicamente, qué motocicleta 0 Km. comprará, en qué momento dejará de ser víctima de un matrimonio violentador, cuál oferta laboral aceptará, a qué sistema jubilatorio, sindical o de medicina prepaga elegirá aportar, con qué ropa nueva se gratificará, qué crédito tomará para mudarse o para equipar mejor su casa, qué servicios de seguridad contratará en esta etapa de su vida, etc.

Siendo “la sociedad” una entelequia inexistente (¿alguien vio y tocó alguna vez una sociedad?) definida como la simple suma de las mujeres y hombres que coinciden en una misma comarca con diferentes sueños, problemas y necesidades, la posibilidad real para la mayor cantidad de personas de elegir y acceder a cosas percibidas como bienes, coincidirá siempre con la mayor felicidad social posible.

Todo gobierno que coarte la diversidad y contundencia de estas opciones, trabaja contra la felicidad de su pueblo. Sea por bloqueo intervencionista a producciones e importaciones o bien imponiendo políticas económicas anti-capital, que dinamiten el puente de acceso de los más al dinero necesario para efectivizar estas elecciones personalísimas.

Ciertamente el dinero no lo es todo. No hace, compra ni asegura una vida más plena y feliz, pero ayuda en un… ¿80 %?

Un gobierno que desee realmente, sin intereses de clase ni mafia de por medio la felicidad de su pueblo, procurará mediante protecciones inteligentes que cada persona de esa sociedad disponga de más dinero honestamente ganado, como facilitador de bienestar. Sin importar que haya quien acumule o gaste más y quien acumule o gaste menos, mientras todos tengan oportunidad cierta de mejorar su ingreso (lo contrario sería dar preeminencia a los factores resentimiento, parasitismo y sobre todo envidia).

Hace 100 años, hacia la época del Centenario y bajo ideas liberales, nuestro país había logrado ubicarse entre los 7 mejores del mundo con todo lo que eso significaba como proceso en marcha de mejora general. Y… desde hace unos 66 años, radicales socialistas y militares pero sobre todo peronistas, vienen tratando de detenerlo… basados en intereses de mafia y de clase.

Lo lograron en casi toda la línea: el resultado de su idiotez serial es terrorífico; de gran crueldad para con los que menos tienen.

Una manera de hacerlo visible pasa por el análisis de posiciones de ranking, que pueden aparecer como frías y abstractas pero que explican los sufrimientos de la pobreza como enfermedades, agobios y muertes prematuras, des-educación, subempleo y estrés por impotencia con demolición de esperanzas, vejaciones que clavan sus garras con particular saña entre los más indefensos.

Recorriendo el índice de ingreso per cápita publicado por las Naciones Unidas, veremos que en el 2009 la Argentina ya ocupaba el puesto número… ¡50! con escasos 14.559 dólares (los primeros datos de cierre 2010 ahondan este naufragio), mientras que la socialista Tanzania era la economía 149° con un ingreso medio de 1.319 dólares y Singapur (un país diminuto, superpoblado y sin recursos naturales) se situaba en 4° lugar con 50.701 dólares de ingreso anual promedio por persona.

Los muy calificados doctores populistas que nos hundieron dirán “¡ah! pero esos son números en crudo, sin considerar el índice de paridad de poder adquisitivo que también calcula la ONU”.

Bien, veamos entonces las posiciones corregidas según dicho índice: en ese ranking nuestra Argentina pasaba al puesto… ¡59°! mientras Tanzania también descendía al número… 157 y el pequeño Singapur capitalista mantenía su 4° lugar.

La dura realidad, en síntesis, es que los desgraciados habitantes de Tanzania no pueden elegir prácticamente nada con sus miserables 1.319 dólares al año mientras que los más felices ciudadanos de Singapur disfrutan la decisión de cómo gastar o ayudar voluntariamente a otros con sus 50.701 dólares en el bolsillo.

La actual inflación argentina (clásica, deliberada política de Estado del peronismo para tapar desaguisados y sostener el recalentamiento inducido de la economía como anzuelo caza-bobos electoral) nos reafirma, casi a marcha forzada, en la senda de Tanzania. Nuestra libertad de elegir entre más bienes y mayor calidad de vida real disminuye por goteo, en verdad, día a día.

Oponerse fue, es y será inútil: el capitalismo de libre empresa demuestra una y otra vez su aplastante superioridad en crear riqueza para todos (aunque sea “de la nada”, como en Singapur) allí donde sea que se aplique, por más espasmos de contrariedad y furia que esta realidad provoque en la mayoría de nuestros votantes, y en los políticos inútiles que los representan.

A más capitalismo, habrá más diferencia entre ricos y pobres pero también más riqueza (con libertad de elección) para todos y en consecuencia, menos pobreza con mayor felicidad social.

Nuestros sobreabundantes referentes de centroizquierda, unidos al fin en algo, retrucarían entre dientes con la famosa pregunta del genocida Vladímir Ilich Uliánov (Lenin) “¿Libertad, para qué?”

LA FALTA DE TALENTO NOS ESTÁ MATANDO

Cosme Beccar Varela contrapicada

Por Cosme Beccar Varela

Buenos Aires, 01 de Junio del año  2011 – 1044

En la Sección "Correo del Lector" acabo de publicar un artículo de  un señor Diego Wartjes en el que sostiene que la decadencia de nuestro país  se debe a la falta de talento de los argentinos. Léalo porque es  desoladoramente convincente, aunque no creo que haya detectado los síntomas  principales de esa falencia. Enfoca el asunto de un punto de vista  excesivamente centrado en lo económico y en las ciencias naturales, cuando en  realidad la falta de talento tiene raíces más profundas.

  No es que los argentinos seamos atrasados mentales, incapaces de pensar y de  actuar con energía, eficacia y constancia. Podríamos, si quisiéramos, tener  talento y con eso cambiaría totalmente nuestra situación, tanto más que Dios  nos ha dado un país con riquezas naturales y un clima maravillosos.

  Para ayudar a corregir ese estado de abandono de nuestras posibilidades me  parece útil mostrar algunas de los síntomas del mal y la forma de combatirlo. 

  1) Nos faltan principios de fe y de buena filosofía, lo cual nos deja sin  criterios, nos hace dubitativos y poco seguros en los análisis intelectuales  y en las decisiones.

  Los principios son certezas adquiridas y actúan como los cimientos de las  casas o como el Norte de las brújulas. Sin ellos las casas se derrumban y la navegación  es imposible.

  La mayoría del pueblo argentino es católica, por eso no se trata de convencer  a esa mayoría de que los principios de la fe sean verdaderos, sino de hacer  un esfuerzo por conocerlos evitando los malos maestros del  "progresismo", porque lo que estos enseñan no es catolicismo sino  una herejía muy semejante al relativismo, al agnosticismo y en asuntos  sociales, al marxismo o sea, son engañosos y engendran fanatismo, que es lo  contrario del talento.  

  Los principios de la fe ayudan enormemente a pensar también en el plano  natural,  pero hay hombres talentosos que no son católicos porque  no yerran en la filosofía básica. Sin embargo no hay un hombre del genio de  Santo Tomás de Aquino  que no sea católico.  

  Los principios filosóficos básicos son simplísimos. Todos los saben pero  dejan que se los confundan con "filosofétidas" inventadas por el  Pensamiento Único.

  Veamos algunos de los más elementales. "Lo que es, es; lo que no es, no  es. Todo ser es idéntico a sí mismo. Si una afirmación es verdadera, su  contradictoria es falsa. La verdad es la coincidencia del pensamiento con la realidad. Las  ocurrencias puramente subjetivas, dando la espalda a la realidad o negándola,  sólo pueden ser verdaderas por casualidad pero no son principio de ningún  pensamiento serio. La lógica tiene sus reglas que si se respetan permiten  razonar de lo conocido a lo desconocido con certeza. Las opiniones pueden  estar equivocadas pero si están fundadas en una observación cuidadosa, en la  experiencia y en una reflexión intelectualmente limpia de interferencias  pasionales, pueden alcanzar un alto grado de probabilidad en la cual uno se  puede apoyar, siempre que no excluya ser corregido por quien tenga mejores  fundamentos. La ley natural, base de la moral, está escrita en el corazón de  todos los hombres. El primer principio moral es hacer el bien y evitar el  mal."  

  Estos son algunos de los principios filosóficos esenciales. Se trata de  pensar a partir de ellos. Cuando no lo hacemos nos confundimos, perdemos la  capacidad de entender y carecemos de talento.

  2) La falta de talento se ve en la facilidad con que  somos  engañados en la interpretación de los acontecimientos. Los  "opinadores" nos llevan de las narices adonde ellos quieren. La  falta de talento impide tener ideas propias y hacer una crítica razonada de  las que nos presentan. Y lo que es peor, una vez dominados por el engaño, nos  aferramos a él con tozudez de burros, sin que el fracaso resultante nos haga  dudar del disparate que han insertado en nuestra cabeza.

  Para salir de esa jaula mental, hay que analizar las opiniones corrientes y  sacar nuestras propias conclusiones en base a la buena filosofía.

  3) La mediocridad malévola de los líderes que aceptamos.  Peor aún:  sentimos un rechazo instintivo por cualquier hombre superior, como si nos  incomodara la mayor inteligencia del otro.

  Si pasamos revista a los líderes políticos actuales, por ejemplo, podemos ver  que son de una inferioridad humana y de una inmoralidad asombrosas. Pueden  ser "vivos" y dicharacheros -algunos- pero son impresentables en  cualquier nación civilizada.

  Una y otra vez han demostrado su deshonestidad, su falta de inteligencia y de  capacidad. Sin embargo, insistimos en considerarlos potenciales dirigentes de  la Nación.

  Hemos tenido muchas pruebas de que no sirven pero las desechamos con  "slogans" de analfabetos tales como "es lo que hay",  "son el mal menor" y otros semejantes, olvidando que si son malos,  harán naturalmente el mal porque la acción sigue al ser y el poco bien que se  vean forzados a hacer por conveniencia política, lo harán mal y a desgano.  Esto es de una evidencia solar pero nuestra   falta de talento y  nuestra mediocridad nos hacen sentir afines con esos asnos  "democráticos".

  Esto se corregiría simplemente con llamar "pan al pan y vino al  vino", es decir, descartando "in limine" cualquier pretensión  de esos asnos de convertirse en líderes de la Nación. Y si alegan  que tienen millones de votos no hay que inmutarse. El que vota por un burro  es otro burro. Y los burros, por más que sean millones, no dejan de ser  burros. Sólo son muchos burros. El número de nulidades no produce talento  nunca.

  4) La vida social de los argentinos es de una pobreza intelectual espantosa.  Las conversaciones inteligentes no existen. Cualquier comentario con un poco  de interés cultural cae en el vacío. Sólo se repiten los comentarios  aprendidos de los opinadores, se habla de diversiones, de plata, de chismes y  con chistes. Cualquier conversación seria, muere de inanición a los pocos  minutos de haber empezado, si es que alguien se atreve a empezarla. A lo máximo que se llega  es a resumir algún "best seller" o una vista de cine que, en  general, son monumentos a la estupidez con una abundante cuota de  pornografía.

  Hay dos maneras de salir de este circo de payasos, callarse o alejarse, sin  perjuicio de ser siempre tan amable como se pueda. Y si no se tiene más  remedio que estar, trate de observar y de analizar la mentalidad de los  presentes. Siempre se aprenderá algo sobre los efectos que causa en las  personas la renuncia al talento y eso nos ayudará a incentivar el  propio, por pequeño que sea.

  5) Horror a la individualidad y apego desmesurado por el grupo. El sentirse  realmente solo, en disonancia con todos los demás, nos parece una catástrofe.  Eso es falta de vida propia, ausencia de contemplación, falta de carácter.

  Ningún gran hombre de la Historia fue así. Colón descubrió América  enfrentando a toda su tripulación en medio del Océano inmenso y desconocido,  guiado por sus certezas y dominando su temor a errar.

  Todos los Conquistadores de América española crearon un continente nuevo en  las condiciones más adversas imaginables, desafiando la más aplastante  inferioridad de posibilidades, venciendo la hostilidad de los salvajes, de  las fieras, de los desiertos, de las selvas y las rivalidades de sus propios  compañeros. Esa era gente ruda pero de un inmenso talento.

  6) La Argentina es el  paraíso de los tontos. En ninguna parte los tontos tienen tanto éxito como  aquí. Peor aún: no hay nada más peligroso para la propia carrera que ser algo  inteligente y no tener miedo de decir lo que uno piensa. Es impresionante la  cantidad de tontos que han llegado a ocupar altas posiciones en el  empresariado, en la política, en la literatura, en la vida social. Todos  ellos son huecos, pretenciosos, petulantes y desleales. La única esperanza de  hacer carrera para alguien que tenga algún talento es fingir que es tonto. Me  estoy acordando en este momento de dos tontos de campeonato que han hecho  unas carreras empresariales fabulosas, completamente inexplicables a no ser  por la falta de talento de los argentinos. Obviamente me reservo sus nombres,  pero los tengo presentes como una ilustración y como una prueba irrefutable  "in pectore" de la veracidad de esta tesis.

  Y la prueba probatísima se llama Kirchner. Ese tonto de capirote, en vida y  después de muerto, era y es tenido por un genio de la política. ¿Cómo sería  eso posible en un pueblo con talento?

  7) La facilidad con que los argentinos nos adaptamos a las más  despreciables  condiciones políticas y sociales es otro síntoma de la falta de talento. El  hombre inteligente es también imaginativo y sensible para percibir las cosas  y sus matices. Odia la insolencia del ignorante, la prepotencia del más  fuerte, le desagrada la mala educación, le molesta la suciedad y el desorden  deliberados, no soporta al ordinario con poder, le indigna la arbitrariedad,  es decir, se siente agredido por todos los hechos públicos que chocan contra  el auténtico ser social. No se adapta voluntariamente al desorden sino que lo  sufre como una negación del ser, como una deformidad horrenda.

  Para tener talento debemos obligarnos a luchar con todas nuestras fuerzas  para que las cosas vuelvan a su verdadero cauce. Si no lo conseguimos no  debemos conformarnos nunca con la injusticia, ni con el desorden, ni con la  fealdad, sino por el contrario, sentirnos sometidos a un estado de violencia,  aunque sin desesperar, porque sabemos que Dios existe y que finalmente, en  esta o en la otra vida, se hará Justicia.

  Recordemos aquella bienaventuranza en que Nuestro Señor prometió:  "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos  serán saciados" (S. Mateo, 5, 6). Tener "hambre y sed de  justicia" es una prueba irrefutable de talento.

  8) Incapacidad de admirar la grandeza virtuosa. Sólo se admira la riqueza, la  habilidad deportiva, el éxito social y aún así, casi siempre con una  admiración acompañada por la envidia y un sentimiento de frustración  personal.

  Esta mezquindad de la multitud sin talento impide el liderazgo de los hombres  grandes de verdad y que puedan ayudar a sus contemporáneos a ser mejores.  Están incomunicados por la falta de talento generalizada y mueren aplastados  por la mediocridad que los rodea. El caso del Dr. Favaloro es característico. 

  ¿Cómo se corrige este grave defecto? Aprendiendo las razones que hacen  realmente admirables las personas y las cosas y admirando lo admirable sin  retaceos ni envidias ni comparaciones depresivas consigo mismo. Hay que  dejarse atraer por la grandeza para ser grande. Eso es tener talento. Si una  parte ponderable de los argentinos fuera así, la Argentina sería una gran  Nación en la cual reinaría la Justicia, la prosperidad y el bienestar  general.

Cosme Beccar Varela

e-mail: correo@labotellaalmar.com